lunes, 25 de enero de 2016

CARTAS PARA JUAN - CAPÍTULO 22


  Hazla pasar Gonzalo, por favor  — dichas estas palabras apareció por la puerta una joven de deslumbrante belleza. Cecilia Villanueva se hallaba delante de él con el aire de superioridad y cierta arrogancia, que le caracterizaba pese a su juventud. La había visto la tarde anterior en el despacho de su hermano, pero allí, en medio de su rústica oficina parecía un ser totalmente fuera de lugar. A pesar de todo no parecía sentirse en absoluto incómoda, más bien era el propio inspector quien estaba un poco abochornado por el desorden y el olor a cerrado con el que la recibía. Apartó un montón de papeles de una silla y la invitó a sentarse.
— ¿A qué debo su visita? —Preguntó.
—Como pudo observar  ayer, mi padre no me dejó participar en la entrevista que le hizo usted a mi hermano y creo que tengo información que podría serle útil en su investigación.
—Le escucho.
—Bien. Primeramente, quería asegurarme de si sabe usted si está realizando la búsqueda de la persona que mató Luisa Suárez en el lugar adecuado, es decir, básicamente vengo a explicarle de la forma más clara posible que lo que a mi familia respecta, somos inocentes. Metales Villanueva nada tiene que ver con la desaparición y muerte de esa mujer. Creo que mi padre se lo ha dejado bastante claro, pero por si todavía le quedan dudas, me ofrezco voluntaria para proporcionarle toda clase de datos que le puedan ser de utilidad.
— Se lo agradezco mucho señorita Villanueva — dijo el inspector un tanto incrédulo ante el tono autoritario de la chica. — ¿Podría decirme si usted tenía algún tipo de relación con la fallecida?
  A Cecilia esa pregunta le pilló totalmente desprevenida. — Fuimos amigas durante un tiempo — Respondió secamente. Al ver que el hombre esperaba en silencio continuó hablando. — Conocí a Luisa hace unos tres años cuando empezaron a tramitar la publicación de su libro. Ella y yo no éramos tan diferentes ¿Sabe? Dos mujeres que aspiran a sueños casi imposibles en un mundo de hombres y una época de posguerra. Manteníamos una buena relación que continuaba por correspondencia cuando pude irme a estudiar a Francia.
— ¿Conserva aún esas cartas?
—No — respondió tajante.
—Desde su punto de vista, ¿Qué relación mantenía con su hermano?
— No me gusta meterme en las relaciones personales, señor, creo que eso es algo de cada uno pero en mi opinión, estuvieron enamorados un tiempo. Años quizás. No obstante, mi hermano pasó mucho tiempo fuera de casa y ella se comprometió con otro hombre. Esas cosas a veces superan al amor más fuerte.
— ¿Conoce  al que iba a ser el marido de su amiga?
—No. Nunca hablaba de él. Puede que ni si quiera la tratara bien. Eso es algo que nunca llegó a contarme.
— ¿Y no se preocupaba usted?
—En absoluto. Luisa era una mujer fuerte que sabía cuidarse sola.
—Parece que no le fue muy bien.
—Uno nunca sabe en qué momento la vida le va a sorprender.
—Cierto. ¿Y qué me dice de sus tíos? Era los… digamos, mecenas de la joven. ¿No es extraño que se hayan ofrecido a avalarla sin recibir nada a cambio?
—Creo que esa es una pregunta un tanto grosera por su parte. Mi familia tiene una enorme fortuna. Para ellos respaldar a esa chica no era más que otro de sus negocios y, por supuesto, terminarían recibiendo beneficios económicos ¿Acaso no sabe la cantidad dinero que aportará esa novela a su patrimonio? No solo por su revolucionario argumento o porque esté escrito por una mujer y eso cause una gran conmoción en los tiempos que corren, ahora que su autora ha muerto de forma trágica el libro se vende como churros.
—Interesante… Esto sitúa, señorita, a sus tíos en una posición complicada. Tal vez sean los más beneficiados por la muerte de la joven y casualmente ahora se encuentran fuera del país.
La chica dio un respingo — No es conveniente para un perro morder la mano que le da de comer —  respondió  —Las cosas a veces no son lo que parecen. Dese cuenta de que ha pasado algo más de un año desde la publicación de la novela y muchas cosas en la vida de Luisa habían cambiado. Si yo fuera usted, hágame caso, investigue a algún familiar de la joven o bien al que estuvo a punto de ser su marido. Mi familia no ha tenido nada que ver. He venido aquí para salvaguardar su honor —tomó aire — .Y una cosa más, le ruego no le diga a mi padre que hemos tenido esta conversación. Le daré todas las pruebas que necesite y pueda conseguir pero, no me gustaría verle por nuestras oficinas más de lo necesario. Le voy a estar vigilando y no se deje guiar por mi juventud. Sólo le aviso de que mi padre es la persona más comprensiva y paciente en comparación conmigo.
  Dicho esto se levantó de la silla y se dirigió hacia la salida. Gonzalo, que había permanecido de pie al fondo de la estancia le abrió la puerta y ambos se miraron un momento.

viernes, 22 de enero de 2016

¿Y TÚ? ¿QUÉ ELIGES?

Y nos vamos acercando al final de CARTAS PARA JUAN ...

lunes, 18 de enero de 2016

CARTAS PARA JUAN - CAPÍTULO 21

El inspector Sierra llevaba horas encerrado en su oficina. Aquello no tenía ni pies ni cabeza. Ni siquiera sabía quién podría ser el principal sospechoso. Había colocado una pizarra con los nombres de todos los implicados. En aquellos momentos dudaba de todos y cada uno de ellos. ¡Podría haber sido cualquiera! Todos tenían una coartada pero con que alguien les hubiese perdido de vista unos minutos sería suficiente para ejecutar el asesinato. Quién sabe si podría haber algún cómplice aún desconocido.
  En primer lugar estaba la familia de Luisa. Le parecía muy extraño que sus propios padres o su hermana la hubiesen matado, ellos mismos habían organizado la búsqueda de la joven y llamado a la policía la noche de su desaparición. Por otra parte, recordaba su sorpresa al percibir el extraño comportamiento de la familia. Quizá se debiera a todas las penurias que habrían soportado durante la guerra: la pérdida de amigos y familiares, la escasez de alimentos, el miedo… Aun así, algo le decía que no podía tachar sus nombres de la lista de sospechosos, especialmente el de su hermana, a pesar de ser la más cooperativa durante la entrevista, tal vez estuviera interpretando un papel. Las dos hermanas no tenían lo que se dice, una relación especialmente estrecha. Solían discutir a menudo y por lo visto ninguna estaba de acuerdo con las ideas de la otra. En privado, justo antes de marcharse y en un descuido de sus padres que respondían a las últimas preguntas de Gonzalo, Andrea le había confesado que su hermana no estaba de acuerdo con su reciente matrimonio con Francisco Arias, y ella ni mucho menos había aprobado desde un principio la publicación de su libro, alegando que aquello le traería demasiados problemas.
   Entre las elucubraciones y teorías que rondaban la cabeza del inspector, estaba la posibilidad de que Andrea tuviera envidia secreta a su hermana mayor, dado que ésta era una mujer resuelta que sabía lo que quería y ella ahora se veía atrapada con un hombre al que, quizás, ni siquiera amaba. A veces las cosas que más criticamos de los demás son en realidad las que querríamos para nosotros mismos, así funciona la envidia humana.
   Quién sabe si en un ataque de celos se habrían peleado, terminando la contienda con un desenlace fatal para la primogénita. Aquella no le pareció una hipótesis tan disparatada. La anotó en su cuaderno como una posibilidad.
   Por otra parte estaba Alejandro Ramos, a quién de una forma u otra, Luisa siempre dejaba plantado. Ya fuera porque la presencia de Villanueva hacía que ésta no prestara atención a nada más, o bien porque su reciente muerte le había dejado de repente sin planes de futuro. Había varias cosas que le hacían sospechar del chico de la pescadería, entre ellas la voz de rabia que había puesto al hablar de la relación entre Luisa y Juan. Casi le había parecido de loco. En cierto modo podía entender la frustración de tener que casarte con una mujer que ni te quiere, ni parece que vaya a hacerlo nunca. Además él se quejaba de que la chica lo miraba con aires de superioridad y lo trataba como si no fuera demasiado listo, cosa que tampoco le extrañaba al inspector, dado que no era difícil averiguar a simple vista que aquel tipo no tenía muchas luces.
    Lo más sorprendente de todo, era que ya puestos a asesinar a alguien, Alejandro hubiera matado a Luisa, cuando en realidad a quien debería de haber hecho desaparecer sería a Juan pues él era la raíz de su desgracia. El problema estaba en que, de haberlo matado y ser descubierto, no sólo pagaría con pena de cárcel sino que era muy posible que su familia tuviera que correr con los gastos de una indemnización millonaria exigida por los fieros abogados de la poderosa familia.
   Alejandro tampoco podía ser descartado.
   En otra columna de la lista escrita con tiza blanca en el enorme tablero, se encontraba la rama de los famosos empresarios. En primer lugar y con letras mayúsculas, se encontraba Juan. Supuestamente el chico estaba — o había estado —  enamorado de ella. Tampoco se mostró especialmente afectado con la tragedia. Quizás fuera por el impacto de la noticia o porque, como había dicho, actualmente sólo mantenían una amistad cordial. Puede que simplemente solo sintiese algo de pena por los recuerdos de una juventud no muy lejana y él hubiera continuado con su vida. Le parecía una persona en cierto modo misteriosa. Doblegado a voluntad de su padre, era por todos sabido que no tardaría en revelarse. Esa era la razón por la que resultaba el principal sospechoso. A lo mejor la muerte de Luisa era solo un paso más para la destrucción de Fernando y de su compañía. Todos sabían que si se relacionaba a la importante empresa con el suceso, ésta podría irse a la ruina, sobre todo después de la publicación de un libro que había puesto en jaque al magnate empresario. Lo único que desencajaba en este supuesto, era el afecto que Juan y Luisa sentían el uno hacia el otro.
  No mucho menos importante que Juan en esta lista, era su padre. Sierra cambió los nombres de orden para colocar a éste en el primer lugar. Por lo visto, Luisa era una gran influencia para el joven, según había podido oír o deducir de sus cartas. Revolvió los papeles que tenía en la mesa y encontró una que le había llamado especialmente la atención:
 «Queridísimo Juan:
  ¿Qué tal estás?  Lamento decirte que yo bastante enfadada contigo. Me dejaste muy triste con nuestra última conversación. No fue la mejor forma de despedirse dado que voy a estar mucho tiempo sin ver a mi mejor amigo.
   Entiendo que estuvieras disgustado por lo de tu padre. Que no te guste demasiado la universidad y que envidias a los amigos que pueden hacer con su tiempo lo que quieren mientras que tú estarás sumiso a las órdenes de un hombre que no ve más allá de sus propios intereses. No te voy a negar que sea una situación desagradable y que es probable que no puedas salir de ella en unos cuantos años pero ¿sabes qué? Empiezo a cansarme de tus tonterías. ¡REBÉLATE! ¿Algo no te gusta? ¡CÁMBIALO! Y vive la vida que a ti te gustaría y no la que te ordenan los demás. Se inteligente. Aprovecha las oportunidades que tienes ahora, que no son pocas, y sácales el mayor rendimiento posible. Entonces, un día, encontrarás el momento adecuado y abandonarás la empresa si eso es lo que quieres. Pero por el amor de Dios. ¡Basta ya de quejarse y de llorar y ponle solución a tus problemas!
  Alguien tenía que decírtelo. En parte siento tener que ser yo. Sabes que no me gusta que discutamos.
  Espero que cuando te vuelva a ver me pongas esa sonrisa que sabes que me encanta.
 Tuya,
L.S».
   Aquella parecía una de las cartas más antiguas. No tenía fecha, pero el papel estaba bastante desgastado por los bordes y la tinta era algo más clara. Imaginó que había sido escrita en la época en la que Juan empezaba a estudiar en la universidad. No dudaba que el chico tenía una personalidad bien definida, pero sí era cierto que se aferraba a los consejos de Luisa como si fueran su salvación.  En cierto modo ella parecía ser su mayor apoyo para abandonar la empresa. Tal vez si no la hubiera conocido ni siquiera se lo hubiera planteado y esa podía ser la razón por la que a Fernando Villanueva la joven le interesaría muerta. Sería una forma de tener a su hijo centrado y concentrado en su trabajo sin ningún tipo de distracción. Para alguien con su poder sería muy fácil encubrir el asesinato o bien hacer que pareciera culpa de algún pobre desgraciado que no tuviera oficio ni beneficio.
  Mientras reflexionaba esto, llamaron a la puerta.


—Disculpe — apareció Gonzalo —  una señorita desea verle.

domingo, 17 de enero de 2016

NOMINACIÓN AL PREMIO BEST BLOG

PREMIO BEST BLOG



Muchas gracias al blog Y por eso enloquecí por la nominación :D



Reglas:

  1. Contar once cosas sobre ti.
  2. Responder a las preguntas que hizo la persona/blog te nominó.
  3. Redactar once preguntas para tus nominados.
  4. Nominar once blogs con menos de 200 seguidores y después, notificarles con un comentario.

Once cosas sobre mí:

     
(1) Me llamo Carmen.
(2) Soy licenciada en Derecho.
(3) De pequeña odiaba leer.
(4)Pero siempre me gustó escribir cuentos.
(5) Empecé a escribir CARTAS PARA JUAN hace cuatro años.
(6) Apunto casi todas mis ideas en la aplicación de notas del móvil.
(7) Soy un desastre con la informática.
(8) Cuando saqué el carnet de conducir me regalaron una tortuga a la que he bautizado Julieta (Tenía un Alfa Romeo xD)
(9) Tengo tantos trastos encima del escritorio que a penas me cabe el ordenador.
(10) Nací en el mes de mayo.
(11) A veces llevo gafas.

Las preguntas de Y POR ESO ENLOQUECÍ:



      1. ¿Dónde prefieres leer? 

En algún lugar tranquilo y silencioso, pero como siempre llevo un libro encima, también leo mientras espero autobuses, amigos o en cualquier rato libre.

         2. Y al hacerlo ¿Qué prefieres? ¿Luz natural o artificial?
Luz natural, claro, y si es la luz del sol en la playa mejor que mejor :D

         3. ¿Lees de noche o de día?
Leo mas de noche que de día por cuestión de horarios, aunque tambien depende de la época del año.
  
         4. ¿Tu libro favorito?
¡Me resulta imposible elegir solo uno!

         5¿Computadora de escritorio, portátil o tablet?
Para escribir, el portátil. Para todo lo demás tablet.

         6. ¿Utilizas Wattpad?
Tengo cuenta pero no lo utilizo demasiado... 

         7. ¿Red social favorita? Blogger no cuenta.
No me gustan demasiado las redes sociales... pero por utilidad en relación con la escritura diré twitter y facebook :)

         8. ¿J. K. Rowling o Stephenie Meyer?
Rowling, por supuesto, donde va a parar...

         9. ¿Qué piensas de 50 Sombras?
Soy anti 50 sombras totalmente... ¬¬ 
Me parece un libro que no solo tiene una calidad literaria pésima sino que es machista y da a las chicas una perspectiva de la vida y del amor que no se corresponden con la realidad. En mi opinión, supone un atraso en la lucha de la mujer por conseguir la independencia y la igualdad. 
Y no digo más, cada uno que piense lo que quiera... 

        10. ¿Cómo definirías tu forma de vestir?
Intento ir acorde con la situación :D


Y mis preguntas son...

(1) ¿Prefieres libro en papel o digital?
(2) ¿Qué opinas sobre las descargas de libros?
(3) Género literario favorito.
(4) Si fueras escritor, si es que no lo eres, ¿Sobre qué te gustaría escribir?
(5) ¿Qué es lo mejor y lo peor de tener un blog?
(6) ¿Por qué decidiste abrir un blog?
(7) ¿Cual es tu película basada en un libro favorita?
(8) Si pudieras poner un título al libro sobre tu vida... ¿Cual sería?
(9) ¿Qué es lo que más te llama la atención a la hora de elegir un libro? ¿El argumento, la potada...?
(10) Autor favorito
(11) ¿Qué libro crees que deberíamos ver en los cines próximamente?


¡Mis nominados!

(2)  laslecturasdeitzell.blogspot.mx
(3) entrelineas53.blogspot.com.es

Espero poder leer pronto vuestras respuestas :D

MAÑANA... ¡CAPÍTULO 21!

lunes, 11 de enero de 2016

CARTAS PARA JUAN - CAPÍTULO 20

A Juan no le quedó más remedio que confesar a Luisa que había dejado el libro a sus tíos. Por fortuna la chica se alegró al escuchar el entusiasmo que Miguel y Pilar habían mostrado hacia la novela y que querían conocerla. Así fue como la joven fue invitada a comer con la familia Villanueva al completo y, para sorpresa de Juan, aceptó.
—No hagas caso de lo que diga mi padre — Advirtió — Odia a todos los que no son como él.
—Descuida, — respondió tranquila —  tal vez tu padre y yo seamos más parecidos de lo que él piensa.
  En aquella velada, Luisa terminó sentada entre su amigo y el padre de éste, quien presidía la mesa. En frente Cecilia, Pilar y Paloma, la madre del chico. Y ocupando el otro puesto presidencial, estaba Miguel.
  La chica se había puesto su mejor vestido para la ocasión, pero no podía evitar sentirse un tanto cohibida por la notable diferencia que existía entre su familia y aquella con la que compartía mesa ese día. A pesar de sus exquisitos modales inculcados meticulosamente por su madre,  Fernando Villanueva la miraba con desaprobación. Posiblemente, pensó, él no estaba especialmente de acuerdo en que fuera invitada aquel día.
—Y bien Luisa ¿Puedes decirme a qué se dedican tus padres?
—Claro — respondió ésta — Mi padre es pescador y mi madre cocina para “El Campanario”, ya sabe usted, el mejor restaurante de los alrededores.
—Permítame que discrepe, pero me parece una osadía por tu parte afirmar que ese es el mejor restaurante. — Se empezaba a formar un ambiente de tensión en la mesa. Juan miraba con rabia a su padre.
—No creo que sea una osadía señor. Simplemente le estoy remitiendo los datos de las críticas culinarias publicadas en los periódicos esta última semana.
Al cabeza de familia no le gustaba que le llevasen la contraria ni mucho menos perder en las discusiones.
— ¿Es cierto que tienes una hermana? — preguntó la madre de Juan con la intención de cambiar de tema y evitar que su marido iniciase una discusión.
—Sí. Tengo una hermana menor llamada Andrea.
— ¿También escribe? — Preguntó Pilar.
—No. La verdad es que somos muy diferentes. Ella se dedica a aprender a hacer sus labores y prepararse para un buen matrimonio.
— ¡Como debería de ser! — Interrumpió Fernando.
  Luisa iba a decir algo pero se contuvo. Sabía que en aquella casa, por lo menos aparentemente, tenía todas las de salir perdiendo. Escucharon al hombre y su retahíla se argumentos acerca del valor de una buena esposa y la importancia que su papel de ama de casa y madre de sus hijos tenía para la sociedad. Miguel, simplemente comía, como si la cosa no fuera con él. Paloma, miraba hacia su plato con disgusto y algo de vergüenza, mientras que Pilar miraba desafiante a su cuñado dispuesta a rebatirle hasta la última palabra a pesar de saber que nunca le haría entrar en razón. Por su parte, las dos más jóvenes intercambiaron una profunda mirar de comprensión. Parecía que a pesar de ser tan diferentes, tenían en común mucho más de lo que hubieran imaginado. Por último Juan, cargado de rabia, pensó por primera vez en su vida que, de alguna forma, lograría hacer que su padre se tragase todas sus palabras. Por debajo de la mesa y sin que nadie se percatase, le cogió la mano a Luisa y se la apretó fuerte. Algún día la llevaría hasta lo más alto, costase lo que costase, y jamás la dejaría caer.

      Una vez que el señor Villanueva hubo abandonado la mesa, el ambiente se volvió más distendido y la chica se sintió mucho más cómoda de lo que hubiera imaginado. Resulta que, al fin y al cabo en todas las familias se acaba hablando de lo mismo: de los últimos cotilleos del pueblo, de los nuevos productos del mercado o de los planes para el fin de semana siguiente. La velada pasó rápidamente y cuando se quiso dar cuenta, se había quedado sola con Juan y sus tíos.
—Nos ha encantado tu novela, Luisa  — empezó diciendo Pilar. — ¿Es lo primero que escribes?
—Sí, es mi primer relato largo.
—Hemos estado pensando y hemos hablado con mi sobrino y creo que podremos logar que le lo publiquen — continuó Miguel.  — Con  tu nombre en la portada — Sonrió.
— ¡Eso es fantástico! — Exclamó Luisa mirando a Juan, quien le dirigió una media sonrisa.
—Pero hay un problema — interrumpió Pilar. — Debido a su argumento, ese libro podría perjudicar a toda la compañía Villanueva al menos de una forma indirecta. Si quieres mi opinión, creo que esta es una gran oportunidad para ti y si fuera yo, seguiría adelante porque lo que  has escrito es una obra de arte y puede ser que no vuelvas a tener otra posibilidad de que vea la luz.
Luisa asintió nerviosa.  — Yo no busco perjudicar a la compañía. Ustedes lo saben. No veo por qué este libro puede hacerle el mínimo daño a una empresa tan poderosa.
—Porque quién está a la cabeza es mi padre. — Contestó Juan — y cualquier cosa que pueda alterar mínimamente su entorno, la destruirá.
—Soy alguien insignificante al lado de tu padre.
—Pero podrías convertirte en una mujer muy poderosa. Quizá no de repente, pero sí en unos años siempre y cuando tengas a alguien que te asesore como Dios manda. — dijo la mujer.
—Y esos somos nosotros.


Juan miró con orgullo a su tío. Habían sido muy generosos. Financiarían la publicación y asesorarían a Luisa sin ningún tipo de contraprestación, simplemente, como decía Pilar, porque ya iba siendo hora de que las mujeres demostrasen su talento.

lunes, 4 de enero de 2016

CARTAS PARA JUAN - CAPÍTULO 19

    A la mañana siguiente, la claridad invadía la habitación. Un rayo de sol despertó a Juan de su sueño. Se tapó la cabeza con la sábana intentado vislumbrar de nuevo las imágenes y fascinantes historias que le habían acompañado durante la noche. Le resultó imposible volver a dormirse. Recordó la narración escrita por Luisa y su primer pensamiento fue que aquello tenía que ser publicado y llevar el nombre de la chica en la portada, con letras bien grandes, tal vez en color dorado y con un aspecto llamativo, fantaseó. Ella no merecía menos. La obra era de tal calibre que sería una falta de respeto hacia su creadora que llevase una firma que no fuera la suya. Por otra parte era consciente de que su argumento podría levantar una fuerte polémica que tal vez pudiese comprometer a ambos. Calibró durante un instante los riesgos y, sonriendo, decidió que había que darle algo de emoción a la vida, aunque primero, deberían contar con un buen asesoramiento.

  Aquel verano de 1943 los tíos Miguel y Pilar habían ido a pasar una temporada con sus parientes. Pilar era la hermana de Fernando. Se alojaban en la enorme casa de la familia Villanueva y todos estaban encantados de tenerlos por allí. Eran un matrimonio afable y que solía estar de buen humor, muy distinto a sus cuñados. Por eso Juan y Cecilia siempre estaban encantados con sus visitas.
  Pilar era una mujer joven, muy culta y que había viajado a lo largo y ancho del globo, acompañada por su marido, quien la trataba como a un igual. Juntos se hacían cargo de sus negocios y probablemente aquel era el secreto a voces de su éxito, admirado y rechazado a partes iguales. Cecilia adoraba a su tía. Además de traerle siempre cientos de vestidos y complementos de sus viajes, cosa que a toda chica que se precie le encanta, adoraba sus discusiones y coloquios. Ese verano la mujer le había prometido que intentaría hablar con su padre acerca de la posibilidad de dejarle estudiar.
—Muchísimas gracias tía, no sabes lo feliz que me haces – le decía la joven entusiasmada.
—Hablaré con él Cecilia, pero sabes que la decisión última es suya. Aunque quizá tu tío Miguel pueda colaborar un poco — rió.
—Ojalá lo logréis. Poder estar a la cabeza de Metales Villanueva es lo que más quiero en el mundo. Trabajaría muy duro por el bien de la empresa. No entiendo por qué mi padre no me ve capaz. Piensa que soy débil y yo siento que estoy mucho más capacitada que el blandengue de mi hermano.
— Tu hermano no es un blandengue — dijo Pilar risueña —, simplemente no quiere las mismas cosas que tú.  Es muy fuerte a su manera. Sigue soportando las órdenes de vuestro padre por el bien de la familia y no ha podido estudiar medicina, que es lo que realmente él hubiera querido. Has de entender que eso le duele y le desgasta mucho más de lo que puedas imaginar.
—La verdad, no sé cuánto tiempo va a aguantar así.
— ¿Por qué lo dices?
— Creo que está muy influenciado por su amiga — dijo poniendo especial énfasis en esta última palabra — Luisa Suárez.
— ¿Te refieres a esa niña que conoció cuando tenían doce años?
—Ahora ya no es una niña y, creo que es bastante lista.
—Me encantará conocerla, entonces. Así podré formar mi propia opinión sobre ella — murmuró.

   El tío Miguel estaba sentado en una butaca de mimbre leyendo el periódico en la terraza de la casa, cuando vio a su sobrino aparecer y sentarse junto a él.
—Tío, necesito tu ayuda.
El hombre cerró el periódico y le miró atentamente a través de sus gafas — Tú dirás.
— ¿Sigues teniendo negocios con aquella editorial…?
— ¿“Palabras encadenadas”?
—Sí, esa.
—Sí, de vez en cuando hacemos algunas colaboraciones. Les he conseguido una serie de empleados bastante competentes y guardo muy buena relación con el editor. ¿Por qué lo preguntas?
— Tengo una amiga. Ha escrito una novela fantástica pero por sus propios medios no puede publicarla. Le he ofrecido sacarla a la luz con mi propio nombre, pero creo que no le haría ninguna gracia a mi padre y todos podríamos salir muy perjudicados.
— ¿Una amiga? Tendría que leer esa novela. Querido Juan, no dejes que el amor te ciegue.
El chico suspiró algo sonrojado. — Soy objetivo. He leído cientos de cosas e incluso más escritos de ella y ninguno se compara a esto.
—Haremos una cosa. Déjame echarle un vistazo y te daré mi opinión.
   Juan pasó el resto de la tarde y parte el día siguiente observando satisfecho como su tío parecía devorar la novela con las mismas ansias que lo había hecho él la noche antes. No era un libro especialmente grueso y el hombre a falta de una, lo repasó dos veces.
— ¿Y bien? — preguntó el chico impaciente.
—Es fantástica. Perfecta. Sólo habría que corregir alguna que otra errata.
—Entonces ¿Crees que tenemos posibilidades de publicarla?
—Ese es un tema diferente. Me gustaría conocer a tu amiga. Deberías invitarla a comer este domingo.
— ¿A nuestra casa? ¿Con mi padre? Ni hablar. Él la humillaría.
—Los comentarios ofensivos de tu padre en una pequeña reunión familiar, sería lo menor que tenga que soportar. Esa chica ha de ser fuerte si lo que realmente quiere es dedicarse a escribir.
— ¿Fuerte? ¡Ha sobrevivido a una guerra!

—Pues ahora deberá empezar otra. La suya propia.